No
soy fan de las tartas de queso. No me convence el sabor, suelen ser muy dulces.
Pero este pastel es una excepción. Primero, no necesita el horno (que el mío se
ha vuelto un poco rebelde últimamente) y es realmente fácil de hacer. Y lo más
importante ¡Es un éxito garantizado en cualquier fiesta o quedada con los
amigos!
Ingredientes
75g mantequilla fundida (yo doy más)
2 cucharadas de azúcar (yo utilizo el azúcar moreno de caña)
600g de queso philadelphia (que no sea light, la tarta no estará firme)
600g de nata para montar (hay que enfriarla en la nevera por lo menos 2h antes de
montarla)
75 g de azúcar glasé
Azúcar vainillado o un par de gotas de
extracto de vainilla (al gusto)
Ralladura de un limón
Frutas del bosque u otra fruta ácida favorita
Preparación
Primero
hay que machacar las galletas. Yo les pongo en una bolsa de plástico para
congelar, debajo pongo un pañuelo de la cocina y doy golpes con el rodillo
hasta obtener la mezcla parecida a la textura de arena. Se la añade mantequilla y el azúcar
moreno, se mezcla bien y se pone en el fondo de la forma redonda para hornear. Hay
que apretar bien y a la nevera para que se enfríe.
Ahora
mezclamos el queso philadelphia con ralladura de limón, azúcar vainillado (o
extracto de vainilla). Mezclar bien, dejar reposar.
Mientras,
batimos la nata con azúcar glasé hasta obtener la masa cremosa y hasta que
doble su volumen. Hay que tener cuidado y probarlo en cada momento para evitar
la obtención de mantequilla dulce J
Mezclamos
la nata montada con la philadelphia con cuidado y mucha paciencia. Lo echamos
encima de la base de galletas y a la nevera para por lo menos 4h para que se
enfríe bien.
Antes
de servirla, pongo las frutas del bosque u otras frutas de temporada (mejor que
sean un poco ácidas, así contrastan el sabor dulce de la tarta).
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