Me
encanta cocina italiana. Me parece muy ligera, muy refrescante y muy versátil.
La focaccia fue uno de los objetivos de este año. Lo probé por primera vez en
un restaurante italiano y me enamoré. Es tan tierno, tan esponjoso y tan
delicioso que es difícil de resistirse.
Yo
hice la versión básica – con romero, aceite y sal. Como topping también se
puede usar otros ingredientes como aceitunas, tomates secos, mezcla de quesos… He
encontrado las recetas donde se añadía ingredientes directamente a la masa como
romero u otras hierbas.
Ingredientes:
500 g de harina de fuerza
10g de sal
10 g de levadura seca activa
40 ml de aceite de oliva
360 ml de agua
Para decorar: aceite de oliva, romero, sal gruesa
Preparación:
Es
una masa exigente porque es muy pegajosa y es difícil de amasar. Pero con un
poco de paciencia y añadiendo poquito harina todo el rato al final se obtiene
una masa tierna, esponjosa.
En
un bol mezclamos todos los ingredientes añadiendo agua poquito a poco (puede
que no tengas que añadir toda la cantidad).
Amasamos
bien con paciencia unos 10 minutos. Para saber si ya está listo para reposar, apretamos
la masa con un dedo ligeramente enharinado y debe rebotar.
Ahora
dejamos que crezca una hora y media. Después de este tiempo, amasamos
ligeramente para no perder todo el aire y colocamos la masa en la bandeja de
horno, formando un círculo u ovalo (lo que más te guste) con un groso
preferido. Recuerda que focaccia crecerá en el horno bastante.
Dejamos
reposar una hora. Cuando acabe el tiempo, con el dedo hacemos agujeros en la
masa, echamos chorrito de aceite, sal y romero fresco picado o secado.
Horneamos
unos 20 minutos en el horno con vapor a 220ºC. Esta lista, cuando golpeada por debajo
suena a hueco. Dejamos enfriar en la rejilla.
La
focaccia se suele servir como entrante con varias salsas o dips. Mi salsa favorita para mojar es: aceite de oliva, ajo
rallado, parmesano rallado y pimienta negra recién molida. No hace falta sal, focaccia
ya viene bastante salada.
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